la mitad de una mudanza y meter tu vida en cajitas de cartón 📦
a mis padres, por darme las primeras cajas.
tenía 18 años cuando hice la primera mudanza de mi vida. me mudaba a madrid para estudiar, y por primera vez, iba a vivir fuera de la casa de mis padres. recuerdo las ganas y la prisa que tenía por darle el pistoletazo de salida a todo aquello, pero por más que lo he intentado, no consigo acordarme de cómo viví todo el proceso, solo me viene a la cabeza una imagen de mí sentada en la cama de mis padres y haciendo inventario de toda mi ropa en una libreta din a4. no sé muy bien con qué intención.
en tres días me mudo de nuevo. después de más de 10 años compartiendo piso, me despido de este capítulo de mi vida, y voy a vivir sola por primera vez.
desde que supe que esto iba a suceder, mis semanas han sido una vorágine entre estar completamente enamorada de la idea, ilusionada a rabiar, aterrorizada a ratos, y con un poso de tristeza que no se me quita ni con agua ardiendo. no es muy intensa, pero es lo suficientemente notoria como para que el nudo de la garganta se haya colocado una alfombrita allí para estar más cómodo.
definitivamente removida. sacar toda mi vida de mis 4 armarios me está hurgando más de lo que tenía previsto.
estas últimas semanas no he podido dejar de echar la vista atrás, de hacer retrospectivas inútiles, de pensar en estos últimos diez años, y sobre todo en estos últimos meses. no paro de preguntarme por qué mi mente se va allí. a mi mejor amiga de pequeña, a mi grupito de secundaria,, al chico con el que aquella historia no salió, a mis primeros compañeros de piso, a mis primeros meses en madrid ¿por qué estoy viendo mi vida pasar por delante de mí si solo estoy haciendo cajas?
estoy rara.
chatgpt me ha dicho que es porque estoy en un momento de transición muy grande. me consolaba diciendo que no es casualidad que estén viniendo a mi memoria estas personas porque voy a empezar una etapa completamente nueva, y una vida en la que, de algún modo, dejarán de existir para mí. qué lista es, la madre que la trajo.
me dijo que es normal en estos momentos mirar hacia atrás y acordarte de las etapas que cierras, de las cosas que dejas en el camino. y añadió: “no puedes cerrar una puerta sin mirar atrás”. dejando a un lado lo nauseabundo del rollo misterwonderful, tiene todo el sentido.
igual tiene razón, quizás es eso lo que me está pasando.
también me pregunto si cambiará mucho mi vida, creo que una parte de mí sabe que sí, y por eso no paro de mirar todo lo que dejo atrás, como despidiéndome un poco de lo que conozco. y entonces vienen el resto de preguntas. ¿estoy preparada para este cambio? quizás no es tan trascendental pero ¿y si lo es? ¿estoy preparada para no vivir con compañeros de piso? ¿me sentiré muy sola? ¿cambiará mucho mi rutina?
estoy un poco asustada. estoy en medio de una amalgama de sentimientos que me está sobrepasando completamente. y cada sentimiento me hace sentir una cosa diferente, pero al mismo tiempo todos me hacen sentir lo mismo.
es un vacío extraño, como una mitad. son días que no sabría muy bien cómo definir, sé que algo va a cambiar pero todo está igual. sigo rodeada por las mismas paredes pero he empezado a descolgar cuadros, a meter libros en cajas, a empapelar todas mis tazas. llevo en esta casa 5 años, y me quedan solo 3 días más. todo va muy rápido pero a la vez se me está haciendo eterno. estoy completamente partida en dos, y ninguna de las dos mitades termina de funcionar sola.
cada cajón que abro desbloquea algo nuevo. hace dos semanas fui a barcelona por el cumpleaños de mi padre y, como ya sabía todo lo de la mudanza, me pudieron las ganas y metí en cajas todo lo que iba a llevarme de la casa de mis padres a mi casa nueva. de mi antigua habitación salieron mil fantasmas. recuerdos de cuando era pequeña, varios corchos con fotos impresas en la que debió ser mi primera impresora con tinta a color, la bolsa de tela que utilizaba mi abuela para ir a comprar el pan, llaveros que hice de pequeña, estuches con mil ceras de colores y acuarelas fosilizadas, trocitos de mis antiguas pasiones y de otras vidas que ya no están.
y entonces toca decidir. cojo el corcho con las fotos, las miro, las analizo, y recuerdo a las que un día fueron mis amigas, y a mi yo adolescente que tenía ese corcho colgado encima de su escritorio y que creía que esa sería su vida eternamente. ¿las guardo? ¿las tiro? ¿las rompo? ¿significa eso que ya he olvidado a estas personas y que las destierro de mi vida? quizás no, pero un poco sí.
¿y la bolsa de tela de mi abuela? esa me la llevo, que quiero usarla para ir a comprar el pan todas las semanas. las bolsas de pan deberían volver.
¿y los llaveros en forma de animales que hice de pequeña? me preguntaba inés el otro día que qué llavero iba a utilizar para las llaves de mi casa, y le contaba que ya le había dado vueltas pero que había decidido que el llavero llegaría a mí. le encomendé esa misión al universo. ¿será esta su respuesta? ¿pretende que use un llavero que hice cuando tenía 7 años? recuerdo del momento exacto en el que lo hice. en el bar zaragozano de debajo de la casa de mi abuela, mientras mis padres tomaban algo con mis tíos. jamás hubiera pensado que esos llaveros seguirían con vida hoy. mientras que por las personas del corcho hubiera puesto la mano en el fuego. la vida es caprichosa.
recuerdo cuando vi el documental de marie kondo y juré que cuando me tocase vivir este momento solo me quedaría the things that spread joy. qué vergüenza me doy. echo un vistazo a la cantidad ingente de bártulos que tengo en este preciso momento y me doy cuenta de que jamás tuve ninguna intención real de cumplir esa promesa. acepto que soy menos minimalista de lo que quería y empiezo a guardar todo en cajas, decidiendo meticulosamente lo que quiero que siga en mi vida y lo que no.
rompo las fotos del corcho, guardo la bolsa del pan, envuelvo la lámpara que le compré a emily, y el libro de poesía que me regaló coni. tiro algunas entradas de cine, guardo otras. borro conversaciones de whattsapp, dejo de seguir a algunas personas. no sé por qué me está costando tanto esto, si estas personas hace años que no están en mi vida, y no me acordaba de que tenía nada de esto, pero de algún modo, ir objeto a objeto decidiendo qué quiero hacer con cada uno de ellos se siente tal que así:
me despido de las cosas de las que me estoy deshaciendo confiando en que de verdad esté siendo un acto liberador de espacio.
cierro las cajas, tres capas de cinta adhesiva marrón y escribo con permanente lo que hay dentro de ellas, que si no luego es un cristo. solamente en algunas cajas añado frágil, aunque quiera añadirlo en todas. y tras repetir esta acción siete u ocho veces procedo a terminar el día.
estoy removida, pero no sé muy bien por qué. mañana más.
Wow me ha resonado un montón. Justo planteándome si quiero vivir sola o no. La mezcla de miedo y liberación que eso genera es heavy
🫂🏡⭐️🤍🌼 qué bonito 🥹